Dar valor al residuo resultante de la actividad alguera en Coquimbo es uno de los objetivos del
proyecto “Revalorización de residuo macroalgal, como bioestimulante y acondicionador de suelos
para el desarrollo de agricultura sostenible en zonas áridas”, ejecutado por el Instituto de
Investigaciones Agropecuarias, INIA Intihuasi, apoyado por la Universidad de Antofagasta y
financiado a través del Concurso IDeA I+D 2024 – INVESTIGACIÓN APLICADA, de la Agencia
Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile, ANID.
Y es que actualmente, en lugares como la playa Changa, es solamente la Grasilaria chilensis,
también conocida como pelillo, el alga que se extrae y comercializa, no obstante, otras algas que
se generan en el borde costero, como la Sarcodiotheca gaudichaudii, permanecen en la playa,
pudiendo generar, con el tiempo, un problema sanitario, pese a que son fuente de carbohidratos,
macro y micronutrientes, vitaminas, aminoácidos, osmoprotectantes y antioxidantes, los cuales se
pueden aprovechar en la agricultura, como estimulante.
Es por este motivo que surgió la idea de estudiar el alga. “En el proyecto vamos a evaluar las
posibles capacidades que puede tener este extracto de algas como bioestimulante y cuando
identifiquemos su potencialidad (ya sea enraizante o estimulación de producción de biomasa,
etc.), vamos a enfocarnos en caracterizar, de manera molecular, como el bioestimulante está
interactuando con las rutas metabólicas que promueven estas acciones. Por lo tanto, la acción de
este posible bioestimulante estará validado a nivel fisiológico y molecular en cultivos”, explicó
Claudia Bavestrello, doctora en Biología y Ecología Aplicada, profesional de INIA a cargo del
proyecto, asegurando que también se busca desarrollar una agricultura sustentable con este
bioinsumo, generar economía circular y apoyar a los algueros con un ingreso extra.
“El desarrollo de esta propuesta podría tener un impacto económico y social, beneficiando a
recolectores de algas, desde el punto de vista que se busca revalorizar un residuo que se genera
de su recolección, a agricultores, aportando una alternativa libre de agroquímicos para potenciar
sus cultivos en zonas áridas y a las comunidades locales, apoyando en buscar alternativas para
utilizar lo que hoy es un residuo que tiene asociado costos para que no afecte el turismo regional”,
destacó la profesional de INIA Intihuasi.
Mario Campos, quien apoya a los algueros de la playa Changa desde la Oficina de Fomento
Productivo de la Municipalidad de Coquimbo, explicó que con el proyecto pretenden “romper la
cadena” en la cual, debido a la varazón de alga en la playa, se genera pudrición afectando el
turismo y su propia actividad productiva, “llevamos como 20 años en que esta alga ha aumentado
el volumen y está saliendo varias veces en el año, generando un problema muy grande para los
algueros que tienen que hacer un mayor trabajo para discriminarla. Hay gran cantidad de alga
podrida y entonces lo que queremos es que este proyecto le genere otra entrada, otro recurso a
los algueros y esperamos que las playas estén más limpias y se pueda pasear, esperamos que esta
alga no termine pudriéndose, afectando al medio ambiente”.
“Un proyecto que tiene un impacto importante en distintas aristas, tanto en la economía circular
como también en términos sanitarios. Esto es una muestra de cómo podemos reutilizar productos
que genera la naturaleza como lo es el alga, que gracias a sus propiedades es una alternativa para
mejorar los suelos agrícolas, aportando al desarrollo de una actividad sustentable y amigable con
el medio ambiente”, sostuvo el Seremi de Agricultura Cristián Álvarez.
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación,
desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta
con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas.
Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático,
Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de
Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país,
creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la
sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido
en cada uno de sus proyectos.
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