Por Marcelo Gutiérrez, Abogado y Analista en Desarrollo y Cooperación Internacional
El triunfo de Rodrigo Paz Pereira en Bolivia no solo pone fin a casi veinte años de hegemonía del MAS; también introduce un cambio de lógica en la región: la política del equilibrio vuelve a tener espacio. El hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, formado en Europa y con una visión de “capitalismo para todos”, encarna la apuesta por un modelo mixto que busca reactivar la economía sin abandonar la protección social.
Su llegada al poder ocurre en un contexto de fuerte tensión económica: reservas internacionales bajo mínimos, inflación en torno al 23 %, escasez de dólares y caída de las exportaciones de gas. Frente a ese escenario, Paz propone un programa que prioriza la atracción de inversión extranjera, la disciplina fiscal y la apertura de mercados. En términos simples: Bolivia vuelve a hablar el lenguaje de la estabilidad.
Señal de cambio en el clima de negocios regional
El efecto político trasciende las fronteras. El giro boliviano consolida una tendencia que se observa también en Paraguay, Ecuador y Uruguay: el retorno de liderazgos más pragmáticos, con discurso pro-mercado y foco en crecimiento. No se trata de una derechización, sino de un agotamiento de los modelos estatistas y confrontacionales que dominaron el ciclo post-2000.
En ese sentido, la victoria de Paz puede leerse como un indicador adelantado del nuevo ánimo regional. América Latina parece moverse desde la épica ideológica hacia la gestión eficiente. Si el nuevo gobierno logra estabilizar precios, contener el déficit y generar certidumbre regulatoria, Bolivia podría transformarse en un polo de confianza para la inversión en el altiplano.
Chile: la ventana de oportunidad
Para Chile, el cambio en La Paz abre un escenario inédito en dos décadas. Paz ha manifestado su intención de “reabrir relaciones diplomáticas” y ha reconocido que el fallo de La Haya sobre el tema marítimo es “irreversible”. Ese gesto, poco habitual en la política boliviana, puede allanar el camino para un diálogo realista, centrado en comercio, infraestructura y energía.
La cooperación fronteriza, el uso de puertos chilenos y la eventual coordinación en materia de litio y corredores bioceánicos constituyen ámbitos donde ambos países podrían generar valor compartido. Si Chile actúa con visión estratégica, podría posicionarse como socio logístico y financiero de la modernización boliviana.
El valor del pragmatismo en tiempos de fatiga ideológica
El ascenso de Paz tiene un mensaje más profundo: la fatiga ideológica también se siente en los Andes. Los votantes bolivianos no eligieron una ruptura, sino un equilibrio. En el lenguaje de los mercados, es una señal de moderación; en el lenguaje político, de madurez democrática.
Bolivia inicia así un nuevo ciclo, con desafíos fiscales enormes pero con una narrativa distinta: la de un país que busca crecer con apertura y estabilidad. Si el nuevo gobierno logra materializar su programa sin perder cohesión interna, no solo habrá reencauzado a su país, sino que podría convertirse en un caso testigo del regreso del pragmatismo político-económico en Sudamérica.
Y para una región que ha vivido demasiado tiempo entre extremos, eso ya es un avance.

