Cada 1° de mayo recordamos que el trabajo no es solo un derecho: es también una forma
de dignidad. Es la posibilidad de proyectarse, pertenecer y soñar con un futuro mejor. En
especial, para las y los jóvenes que han estado en conflicto con la ley, el trabajo puede ser
esa llave concreta que abre una nueva puerta para transformar su futuro.
La reinserción social no se construye solo con buenas intenciones. Requiere oportunidades
reales. Lo vemos día a día en el Servcio de Reinsercion Social Juvenil, donde
acompañamos a cientos de adolescentes y jóvenes en sus procesos de reinserción social.
Una de ellas es Monserrat, de la región de Atacama, quien hoy trabaja en una empresa
minera. Tras haber enfrentado momentos difíciles, hoy se está formando; tiene acceso a
capacitación y, sobre todo, ha encontrado un espacio donde se siente valorada, respetada
y siendo un aporte a la sociedad. Como Estado la hemos acompañado en su proceso, pero
es también gracias a una empresa comprometida, que ella ha podido comenzar a escribir
una nueva historia.
Porque la reinserción social no es solo tarea del Estado. Necesitamos de empresas con
visión social, capaces de entender que abrir una puerta no es un riesgo, sino una inversión
en cohesión, desarrollo, justicia y seguridad -condiciones todas que las mismas empresas
necesitan para persistir. Cada empleo que se ofrece a un joven en proceso de reinserción,
es una oportunidad de prevenir la reincidencia, y también una señal clara de que como
sociedad no abandonamos a nadie.
Por otro lado, la articulación con Sence, con quienes a fines del 2024 renovamos nuestro
trabajo conjunto —que está financiando cursos prioritarios de capacitación, certificación e
intermediación aboral para jóvenes a lo largo del país— es fundamental. Pero igual de
fundamentales deben ser los empleadores, públicos y privados, que deciden mirar más allá
de una hoja de antecedentes, y ver a una persona con ganas de salir adelante.
En este Día Internacional del Trabajador, reafirmamos nuestro compromiso con el trabajo
como motor de la transformación y reinserción social. Porque creer en el futuro de nuestras
y nuestros jóvenes es también creer en el futuro de Chile.

